La familia es el núcleo de personas más cercano que un ser humano presenta en su vida. Nuestra personalidad y carácter se determinan en gran medida en base a las relaciones que establecemos desde pequeños con la misma. Por ende, si un miembro de la familia se ve afectado por algún motivo en determinado momento de la vida, es probable que todos los miembros de la misma se vean también afectados de alguna manera.
Cada familia tiene su propio estilo y costumbres particulares que la determinan como una familia única, en donde cada miembro (padre, madre e hijos) cumplen un rol o función determinada.
En cierta época de la vida, la familia puede verse afectada emocionalmente por distintos motivos, ya sea porque alguno de los miembros pasa por un momento difícil, se presenta alguna pérdida de algún miembro o familiar cercano, procesos de separación o divorcio, problemas de consumo, agresión física/psicológica, dificultades para relacionarse con los hijos, problemas dentro de la pareja, etc.
En estos casos, cuando la familia sienta que no presenta la capacidad o los recursos personales para afrontar una situación complicada o necesitar alguna asesoría para el desarrollo y crecimiento de la familia, la terapia familiar puede ser oportuna.
Para esto, el primer paso sería concertar una cita con los miembros de la familia que deseen acudir, para evaluar la dinámica – problemática familiar, y así dar paso a un proceso terapéutico de tratamiento.